Aunque
lugares con playa siguen siendo un gran atractivo, sitios que no las tienen
toman fuerza.
Ante
los descensos en el nivel de ocupación hotelera, producto de la mayor oferta de habitaciones y de nuevos proyectos,
el mercado de la propiedad vacacional (pago de un derecho para utilizar una
habitación hotelera en un período de tiempo cada año) está sintiendo cambios
importantes: los clientes están buscando flexibilidad y ahora quieren variar
sus sitios de descanso, así como la forma de disfrutar estos momentos de relax.
Según un estudio de este mercado, realizado por el Fondo
Nacional del Turismo (Fontur), quienes adquieren planes de
este tipo ahora están decidiendo que no siempre quieren ir al mismo lugar y
tampoco quieren estar atados a disfrutar todo el período de descanso, sino
dividirlo por días.
El documento define las vacaciones como un evento “flexible”,
abierto, relajado en la mente de las personas, y cualquier situación o
condición que lo haga rígido
se convierte en una fuente de posible insatisfacción.
No en vano, Ángel María Balanzó, director ejecutivo de la
Asociación Colombiana de Propiedad Vacacional (Astiempo), señala que si bien
las playas siguen siendo el imán que atrae a los turistas hacia destinos como
Cartagena, Santa Marta o San Andrés, los lugares que no necesariamente son de
playa empiezan a marcar una diferencia.
“El Eje Cafetero, definitivamente, pero también los destinos
urbanos, ya que Bogotá es muy interesante para la gente que no vive en la
capital”, señala el directivo.
Explica que los clientes pueden utilizar la semana completa,
pero, a través de una ‘moneda de cambio’ que se llama puntos, pueden partir el
plan en fines de semana, y aquí son muy apetecidos los destinos cercanos a las
ciudades principales, como Villavicencio, Melgar, Girardot y municipios en el
departamento de Boyacá.
Gasto por persona
El estudio, que se hizo en las ciudades de Bogotá, Medellín,
Cali, Barranquilla y Bucaramanga, con compradores potenciales, mostró que hay oportunidades,
porque en su último viaje, seis de cada diez personas (el 60 por ciento)
gastaron –excluyendo transporte origen-destino por persona– más de 500.000
pesos, y de estos, tres de cada diez gastaron más de un millón de pesos.
Se calcula que en este mercado se puede lograr una reducción de
entre un 20 por ciento y un 30 por ciento en el valor del hotel, aspecto que el
usuario puede combinar comprando con anticipación sus tiquetes aéreos para que
salgan más económicos.
Por su parte, los hoteles pueden asegurar un flujo estable que
incrementa su rentabilidad. A la fecha puede haber entre 150.000 y 200.000
familias afiliadas a un sistema de tiempo compartido o de propiedad vacacional
en el país, toda vez que ya hay entre 67 y 70 hoteles que participan de esta
modalidad.
Los viajeros que
planean el descanso
En cinco de cada diez casos, los clientes toman un paquete de
todo incluido, algo que es más recurrente en estratos medio alto y
alto. Entre los alojamientos utilizados, la hotelería pesa el 64 %, aunque
albergues y hostales son alternativa para cuatro de cada diez personas. En
general, los clientes buscan ubicación (cerca o con acceso a la playa),
piscina, seguridad y recreación.
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